martes, 29 de enero de 2013

Nuestra historia

Empecemos desde la antiguedad y los primeros cuerpos de bomberos
Antigua bomba de palanca
Bomberos  esclavos
Antigua maquina de bomberos a vapor
Maquina de bomberos a vapor
La historia de los Cuerpo de Bomberos tiene su comienzo bien en lo profundo de la historia de la humanidad, ya que podemos estar seguros el descuido nació en el hombre antes de la idea de frotar pedernales para hacer fuego con que cocinar sus alimentos y calentarse los fríos días invernales. El fuego, que una vez producido, y debidamente controlado, era el amigo más fiel del hombre, se volvía en peligroso enemigo que destruía sus hogares, sus utensilios de labranza y sus siembras, cuando el descuido permitía que se extendiese fuera del control humano. Es lógico pensar que el hombre conoció el fuego a través de la naturaleza y sus fenómenos, tales como el rayo, la combustión espontánea o el volcán en erupción. En la misma forma que la naturaleza le enseñó al hombre qué era fuego, y los daños que podía ocasionar, le enseñó también como extinguirlo. Así el hombre de la prehistoria vio como el agua que caía en forma de lluvia apagaba el fuego ocasionado por el rayo o el volcán. Y así, a lo largo de los siglos y a lo ancho del mundo, el agua siempre ha sido el principal medio de extinguir incendios, siendo en extremo interesante ver como el agua ha mantenido su supremacía en cuanto a agentes para la extinción de incendios, a pesar de los innumerables esfuerzos hechos por el hombre para buscarle sustituto. El desarrollo y el perfeccionamiento de los pisteros de rocío han demostrado la importancia y efectividad en fuegos en aceites, en aparatos y motores eléctricos, y en otras ocasiones en que se consideró peligroso el uso del agua. Así ganó el agua otra lucha por su liderato. Prácticamente el progreso habido en la ciencia de apagar fuegos, desde los más remotos días de la historia antigua hasta nuestros días, se ha basado en el desarrollo e inventos de maneras para obtener mayores cantidades de agua y lanzar las mismas en la forma mas efectiva para extinguir el incendio.
A medida que la civilización se desenvolvía, los edificios ganaron altura. Los pueblos crecían en las seis direcciones, y los primitivos cubos de cuero resultaron inefectivos. Y es ahí donde comienza la interesante historia de la transición desde el humilde cubo hasta la moderna bomba de alta presión.
La historia de los Cuerpos de Bomberos debidamente organizados se remonta a los tiempo en que las antiguas ciudades de Grecia y Roma estaban en el apogeo de su esplendor, varios siglos antes de la era Cristiana. Lentamente estas organizaciones fueron desarrollándose, mejorándose en cuanto a organización, técnica y equipo se refiere, alcanzando un alto grado de eficiencia durante el primer siglo después de Cristo en la ciudad de Roma. Para ésta época la metrópoli Romana tenía un Cuerpo de Bomberos que contaba con cerca de siete mil miembros, que luchaban contra las llamas, usando métodos científicos y relativamente muy eficientes. Muy poco se sabe del Cuerpo de Bomberos durante el período de tiempo comprendido por los siglos tercero al décimo de la edad media. Como casi todas las ciencias y las artes, la ciencia de combatir incendios cayó en la obscuridad del olvido, poco después del colapso del Imperio romano, para resurgir de nuevo entre el esplendor del renacimiento, a mediados del siglo XIV.
Las modernas máquinas que hoy vemos avanzar con rapidez asombrosa por las avenidas de las modernas ciudades, y que son usadas por las más progresistas y eficientes organizaciones, son en realidad las ediciones ampliadas y mejoradas de las máquinas llamadas siphona, inventadas cuatro siglos antes de Cristo, por Ctesibius, ingenioso griego, nacido en Alejandría, y por otro no menos ingenioso griego, Herón, quien en el año 200 antes de Cristo inventó un aparato para la extinción de incendios, cuyas características esenciales fueron usadas hasta 2,000 años más tarde. Con anterioridad a Ctesibius y Herón, no se conoce ningún aparato de combatir incendios que no sea el cubo de cuero.
En el año 440 A.C., y aunque por corto tiempo, se usó un aparato hecho de los intestinos y el estómago de los bueyes. Los intestinos eran usados en forma de mangueras mientras el estómago, o un saco de lona, servia de tanque o recipiente. Al operarse tan rústico sistema, se llenaba de agua el saco y se llevaba al lugar del siniestro; los intestinos se estiraban hasta alcanzar el edificio en llamas, y varios hombres hacían presión sobre el saco, obligando el agua a pasar a través de las “mangueras” hasta el fuego. Este método no parece haber dado buenos resultado, ya que en toda la historia no se vuelve a mencionar. Más tarde apareció la "Jeringa", que consistía de un cilindro y un pistón para imprimir presión. En un extremo del cilindro se ajustaba un “reducido”. Se llenaba el cilindro de agua y haciendo presión con el pistón se obligaba al agua a salir por el pistero con relativa fuerza. Este tipo de "extinguidor" se usó en Roma, allá para el año 300 A.C., y estaba en uso en Inglaterra para fines del siglo XII.
Con una antigüedad de 1.650 años, arqueólogos alemanes, bajo la dirección de Bernd Paeffgen, descubrieron en 2004, en el Valle del Rin, lo que fue descrito como una bomba de agua. El equipo contaba además con un tubo delgado de 1,10 metros que iba unido a la bomba. Inicialmente confundida con una lanza, las posteriores pruebas revelaron que se trataba de un conducto o manguera.
Las bombas inventadas por Herón en Roma y por Ctesibius en Grecia, tenían bastante en común y son éstas las que dieron la base para el desarrollo de nuestra moderna y eficiente bomba. La bomba inventada por Herón consistía de dos pistones de bronce conectados a una sola salida. Los cilindros estaban ajustados a una base de madera, la que se sumergía en el agua. El artefacto inventado por Ctesibius consistía en una bomba de doble acción, operada manualmente, la que desde el propio aparato lanzaba un chorro hasta en incendio. Estas bombas se generalizaron en Grecia y en varias ciudades del Imperio Romano en los comienzos de la Era Cristiana. Al principio, estos aparatos de extinguir incendios eran manipulados por "voluntarios" que generosamente cooperaban en los momentos trágicos de un incendio.


Los incendios eran frecuentes en Roma. Una ciudad densamente poblada, con mucho material inflamable (paja, madera, telas, etc), callejones estrechos pobladas de tendederas… y para hacerle frente unos cuantos esclavos situados en puntos estratégicos de la ciudad con cubos de agua. Las consecuencias eran terribles. Así­ que, tras el incendio del año 6 d.C., el emperador Augusto decidió sustituir este sistema, totalmente ineficaz, creando un cuerpo de vigiles (vigilantes) que hoy podrí­amos llamar el primer cuerpo de bomberos profesionales de la Historia.
El cuerpo de vigiles estaba formado por:
  1. los aquarii (aguadores), transportaban el agua en cadenas humanas.
  2. los siffonarii, arrojaban el agua al fuego con bombas de mano (siphos) 
  3. los uncinarii, con unas lanzas provistas de ganchos se sujetaban a los techos y paredes en llamas.
Si tras la creación de este cuerpo de bomberos (también desarrollaban labores de vigilancia) el incendio del 64 fue tan devastador, puede que la leyenda que culpa a Nerón tenga algo de cierta.
Las informaciones e imagenes publicadas fueron obtenidas de internet y son propiedad de sus autores. Agradeceremos que si en algun momento no deseen que esten publicadas en este blog, favor de escribirnos un correo y las retiraremos.

Parte de nuestra historia

La fundacion del primer cuerpo de bomberos de la República Dominicana se produjo en mayo 8 del 1880, cuando el general Gregorio Luperón, héroe de la Restauración, los fundó a través del decreto no. 1851. Dicho decreto se convirtió en Ley el 29 de junio del 1912 cuando fue promulgada. El general Gregorio Luperón, ordenó la creación de Cuerpo de Bombero en las principales ciudades del país: Santo Domingo, Santiago, La Vega, Puerto Plata, Montecrísti, San Pedro de Macorís, Cotuí, Azua, El Seibo y Baní. En el año 1893, el general Ulises Heureaux (Lilis) Presidente de la República, nombró al Coronel Ángel Perdomo para organizar un cuerpo de bomberos que funcionaria en la aduana, quien desde ese momento empezó a agrupar la juventud de la capital para impartirles cortesía y disciplina militar. Su excelente trabajo superó al ejército de entonces, por lo que fue ascendido al rango de general.  A partir de esto se pidió al exterior el equipo para los bomberos consistente en: una bomba grande de balancines movida por 24 hombres y arrastrada por caballos. Los 24 hombres trabajaban en grupo 12 sustituido cada 15 minutos. Además de esta bomba también llegaron dos pequeños balancines movidos por 12 hombres, quienes trabajaban en grupo 6 sustituidos cada 15 minutos por el otro grupo; un carro Trailler con una gran escalera de dos cuerpos y varias pequeñas; cubos, hachas, marrones o mandarrias, etc.… Las bombas balancines al ser movidas por los hombres lanzaban un chorro intermitente de agua que llegando a unos 30 o 40 pies, dependiendo de la fuerza con que era impulsada. El cuerpo de Bomberos de la ciudad de San Cristobal fue fundado el 30 de octubre de 1940, pero entro en vijencia el 25 de enero de 1941 cuando ciudadanos tales como el Dr. Ramon Ofilio Rivera y su hijo idearon crear la institucion bomberil, fueron secundados por los senores Benjamin Uribe, Luis E.Guerrero, Salvador Ortiz, Carlos Lachapelle, Mario suaso, Leo Billirdo Reynoso. El senor Benjamin Uribe fue el primer Superintendente de esta institucion y fue luego sustituido por Carlos Lachapelle.

Una de las fotos mas antigua que conservamos

lunes, 28 de enero de 2013

Nuestro personal

Prevencion



El baul de los recuerdos

Sept. 24, 1959


El staff de esa época posó en el camión de esta estación que
actualmente es exhibido el cuartel Av. Mella en Sto. Dgo.





Simulacro de rescate
Expo constitucion,
 nov. 1996
Coronel Suero en SODOCAL
Equipo de softball

Grandes incendios de la historia

Incendios famosos en la historia

. El incendio de la Gran Biblioteca de Alejandría ( 48 A.C )
Atribución del incendio a Julio César....Suele afirmarse, equivocadamente, que el primero de todos los ataques contra la Biblioteca de Alejandría fue el perpetrado por los romanos: Julio César, en persecución de Pompeyo, derrotado en Farsalia, arribó a Egipto para encontrarse con que su antiguo compañero y yerno había sido asesinado por orden de Potino, el visir del rey Ptolomeo XIII Filópator, para congraciarse con su persona. Egipto padecía una guerra civil por la sucesión del trono, y pronto César se inclinó a favor de la hermana del rey, Cleopatra VII. Consciente de que no podría derrotar a Roma, pero sí a César, y ganarse la gratitud de sus rivales en el Senado, Potino le declaró la guerra. El 9 de noviembre del 48 a. C., las tropas egipcias, comandadas por un general mercenario llamado Aquila (antiguo centurión), asediaron a César en el palacio real de la ciudad e intentaron capturar las naves romanas en el puerto. En medio de los combates, teas incendiarias fueron lanzadas por orden de César contra la flota egipcia, reduciéndola a las llamas en pocas horas. El propio Julio César indicó en su Bellum Alexandrinum que la ciudad apenas si se vio afectada por el fuego, "por estar construidos los edificios sin maderas en que pueda cebarse el fuego".

No obstante, por algunas fuentes clásicas puede parecer que este incendio se habría extendido hasta los depósitos de libros de la Gran Biblioteca, cercanos al puerto. Séneca confirma en su De tranquilitate animi la pérdida de 40.000 rollos en este desafortunado incidente («quadraginta milia librorum Alexandriae arserunt»), citando su fuente, el perdido libro CXII de Tito Livio, quien fue contemporáneo del desastre. Paulo Orosio reitera en pleno siglo V esta cifra en su Historiarum adversum paganos: «...al invadir las llamas parte de la ciudad consumieron cuarenta mil libros depositados por casualidad en los edificios...» Dión Casio alude a la destrucción de los almacenes (apothekai) del puerto, algunos de los cuales contenían rollos. Por su parte, Plutarco de Queronea es el primero en mencionar de modo explícito la extensión del fuego a la gran Biblioteca de Alejandría como si hubiera quedado reducida a cenizas para siempre, y no sólo un descalabro parcial. Sin embargo, tan tajante afirmación de Plutarco acerca del incendio de la Biblioteca parece tener origen en un error filológico, provocado por el cambio de significado de término griego bibliotheke a finales del siglo I y principios del II. La palabra perdió su connotación de «biblioteca» para significar «colección de libros» (como la Biblioteca histórica de Diodoro Sículo). Entretanto, «biblioteca» se designaría como apothekai tôn bibliôn (literalmente: 'almacén de libros'), y el diferente significado atribuido a estos términos habría dado lugar a la confusión. Aulo Gelio, y el muy posterior Amiano Marcelino aportaron una información similar a la anterior, siendo víctimas del mismo error de significado, probablemente repetido por la ignorancia o la credulidad de sus contemporáneos.

Se pueda afirmar sin duda alguna que la Gran Biblioteca alejandrina y sus tesoros no resultaron destruidos en el incendio del año 48 a. C. Los famosos 400.000 tomos que habrían ardido fueron en realidad 40.000, depositados en almacenes del puerto, probablemente en espera de ser catalogados para la Biblioteca, o para su exportación a Roma, tal como indican el Bellum Alexadrinum, Séneca y Dión Casio.




El incendio del Hindenburg ( 1937 )

El LZ 129 Hindenburg fue un dirigible alemán destruido a causa de un incendio cuando aterrizaba en Nueva Jersey el 6 de mayo de 1937, causando la muerte a un total de 35 personas (alrededor de un tercio de los pasajeros). El accidente fue ampliamente cubierto por los medios de la época y supuso el fin de los dirigibles como medio de transporte.

El 6 de mayo de 1937, tras haber cruzado el Atlántico, el Hindenburg se acercó a la base de amarre en la Estación Aeronaval de Lakehurst (Nueva Jersey), después de esperar varias horas a que el tiempo tormentoso le permitiera las maniobras de atraque.

A las 19:25, mientras el Hindenburg ya había largado los amarres y se acercaba a la torre, se observó a popa un destello de fuego de San Telmo, que son chispas extensas e inermes de electricidad estática (había habido una tormenta eléctrica y el aire estaba cargado eléctricamente). Repentinamente, se prendió fuego en la parte superior de la popa, extendiéndose casi instantáneamente por todo el dirigible mientras la estructura caía lentamente sobre los pasajeros que saltaban desde una altura de 15 m y marinos que ayudaban en las maniobras. Quedó destruido por completo en menos de 40 s y su esqueleto permaneció largo tiempo en el suelo hasta que fue vendido como chatarra.

El desastre es recordado por la extraordinaria cobertura mediática, a través de películas, fotos, y especialmente, de la narración radiofónica de Herbert Morrison desde el lugar del accidente. La presencia de tantos periodistas se debía al anunciado primer vuelo transatlántico para pasajeros que llegaba a suelo estadounidense en aquel año. La narración de Morrison no fue difundida hasta el día siguiente. Aun así, se convirtió pronto en una de las más recordadas de la historia, con la memorable expresión «¡Oh, la humanidad!» («Oh, the humanity!»), que desde entonces quedó ligada al recuerdo del desastre.

A pesar de lo impactante del desastre, de las 97 personas que había a bordo sólo 35 murieron, la mayoría de ellas quemadas o aplastadas bajo la estructura. En concreto, de los 36 pasajeros y 61 personas de la tripulación, 13 y 22 personas murieron, respectivamente. Muchos de los tripulantes y pasajeros se salvaron gracias a la rotura de los tanques de agua, que cayó sobre ellos, salvándoles de las llamas.

 Roma 64 d.C.

Durante cinco días, Roma fue consumida por el fuego ante los ojos de Nerón, el emperador de la época. Según el historiador Tácito, de los catorce distritos de la ciudad, cuatro fueron completamente devastados y otros siete quedaron severamente dañados. Luego del incendio, muchos cristianos fueron perseguidos pues Nerón los culpó de haber iniciado el fuego.


 Londres 1666
El incendio de 1666 ha quedado registrado en la historia del Reino Unido como el más devastador de dicho país. Con un total de dos días de duración, el incendio destruyó 13.200 casas, 87 iglesias y decenas de edificaciones importantes para la ciudad. Aunque en su momento la cifra oficial de muertos arrojaba un total de seis finados, hoy se sabe que en esa lista no figuraba la gente pobre. Además, los expertos aseguran que, por la intensidad del fuego, muchos cuerpos pueden haberse reducido a cenizas literalmente, por lo que tampoco fueron contabilizados. Los problemas sociales y económicos originados por el desastre fueron abrumadores.

 Nueva York 1776
El 21 de septiembre de 1776, las fuerzas británicas ocuparon la ciudad de Nueva York. Ese mismo día, un incendió estalló en la ciudad y los fuertes vientos extendieron rápidamente las llamas entre las edificaciones. Al culminar, el incendio había consumido entre 400 y 500 edificios, un cuarto de la ciudad. Se dice que el incendio fue ocasionado por rebeldes estadounidenses quienes preferían ver a su ciudad hecha cenizas antes que bajo el poder inglés.



 Londres 1212
Con un total de 3,000 personas muertas, El gran incendio de Southwark destruyó la tercera parte de la capital inglesa, la cual se encontraba construida de madera. Uno de los episodios más recordados de este gran incendio fue la destrucción del Puente de Londres, ícono de la ciudad. Es importante resaltar que esta ciudad se ha incendiado un promedio de 12 veces, lo cual la convierte en la ciudad más veces incendiada de la historia. Definitivamente, los londinenses tardaron en aprender de su pasado.




5. Tokio 1923
El 1 de septiembre de 1923, un sismo de 7,8 grados azotó la ciudad de Tokio. 105.385 personas murieron y otras 37.000 fueron dadas como desaparecidas. Muchas de las víctimas perecieron a causa de los 88 incendios ocasionados por el sismo y que se extendieron rápidamente a toda la ciudad, gracias a vientos de un tifón. El fuego duró dos días y destruyó 570.000 de hogares.






 San Francisco 1906
El 18 de abril de 1906, un fuerte terremoto azotó San Francisco. Como consecuencia, se inicio un incendio que devastó la ciudad. El principal problema fue la muerte de Dennis Sullivan, el jefe de los bomberos, quien falleció a causa del sismo. Sin él, los hombres de rojo no supieron que hacer para controlar las llamas y solo lograron avivar el fuego. Además, una mala jugada del gobierno los había dejado sin las herramientas necesarias para desarrollar una mejor función ante tremenda catástrofe. 3.000 personas muertas y 25.000 edificios destruidos fueron parte de todo el dolor que el incendio dejó a esta ciudad.

 Chicago 1871
El 8 de octubre de 1871, un establo de madera sucumbía ante el fuego. Minutos más tarde, todo Chicago se había convertido en un verdadero incendio. 300 muertos, 100.000 personas sin hogar, 17.000 edificios destruidos y una pérdida de 200 millones de dólares fueron el resultado de esta catástrofe. Cuando el fuego estuvo controlado, se inició la reconstrucción de la ciudad. Así aparecieron los armazones de acero, los rascacielos y las grandes ventanas horizontales que han convertido a Chicago en una ícono mundial de la arquitectura moderna



 Boston 1872
El haber devastado el centro de Boston y varios de los distritos financieros de la ciudad convierte al incendio de 1872 en uno de los peores registrados por los Estados Unidos. Como resultado del incendio, millones de ciudadanos quedaron sin trabajo, cientos de negocios tuvieron que cerrar y doce compañías se vieron obligadas a declararse en banca rota. 776 edificaciones y 20 personas se convirtieron en ceniza.

 Texas 1947
Un buque que cargaba 2,300 toneladas de un químico altamente inflamable explotó cerca a la ciudad de Texas en 1947. Inmediatamente, un incendio consumió la ciudad y dejó un aproximado de 600 personas muertas y 1,000 edificaciones destruidas.


Nueva York 1835
El incendió se inició el 16 de diciembre de 1835 y se extendió gracias a los vientos. Los bomberos tuvieron dificultades para obtener agua pues la temperatura (-27 ºC) la congelaba antes que ésta pudiera salir de la pólvora. Aunque solo murieron dos personas, el fuego destruyó entre 530 y 700 edificios ubicados en 17 manzanas de la ciudad. Gracias a que el incendio tuvo lugar en pleno auge económico neoyorquino, la polis se reconstruyó rápidamente y hubo una reforma en los servicios de bomberos, suministros de agua, etc., que ayudaron a que el incendio de 1835 fuera el último de la ciudad.




Peshtigo, Wisconsin 1871
Aunque el número oficial de muertes ocasionadas por este incendio es desconocido, muchos aseguran que la cifra superaría las 2.500 víctimas. El pueblo de Peshtigo fue el más afectado por el incendio, pues perdió a la mayoría de sus 1,700 habitantes. Quienes no fueron alcanzados por las llamas, se arrojaron a ríos y lagos para salvar sus vidas. Luego, morirían de hipotermia.


 Halifax, Nova Scotia 1917
El 6 de diciembre de 1917, el buque francés Mont-Blanc dejó su lugar de anclaje para unirse a un convoy que se estaba formando en Bedford Basin. Al mismo tiempo, el buque noruego IMO salía del Bassin con destino a Nueva York. A las 8:45 de la mañana, ambos buques se estrellaron e incendiaron incendiaron. Minutos después, el Mont-Blanc (cargado con materiales inflamables) explotó y muchos de sus trozos volaron a la ciudad, la cual colapsó bajo las llamas. Más de 3.000 personas murieron y 1.630 edificios quedaron completamente destruidos.

Las informaciones e imagenes publicadas fueron obtenidas de internet y son propiedad de sus autores. Agradeceremos que si en algun momento no deseen que esten publicadas en este blog, favor de escribirnos un correo y las retiraremos.